Vengo con dos semanas en las que no hago más que hundirme. Hice chistes con matarme, hace 20 minutos lo pensé en serio.
Siempre estoy peleando contra algo distinto, me siento como cuando en los videojuegos estas vos solo contra cuarenta monstruos, que te sacas uno de encima y se multiplican, te llenas de impotencia pero no podes aflojar en la pelea porque sabes que perdes el juego y listo, no hay negociación.
No logro disfrutar nada de lo que hago por mucho tiempo. No siento felicidad, solo alegría de vez en cuando. Es como si viviera todos los días en un incendio, de repente alguien aparece con un respirador pero a los 10 segundos me lo arranca bruscamente como diciendo “bueno ya está ya tuviste demasiado” y se va. Ah, y de paso tira más alcohol.
Vamos con una pequeña introducción al estilo de “te preguntaras cómo llegue aquí” de las películas: toda mi vida quise tocar en el Lollapalooza. Bah, mentira, simplemente ir. Hace 3 semanas me subí a ese escenario y di el show más lindo de mi vida. Cuando bajé recuerdo haber entrado a Twitter, estar en tendencias, no ver ni un comentario malo y pensar “listo, objetivamente estuvo muy bien, después de los meses de hostigamiento y ninguneo ya probé lo que tenía que probar” (a quién? no lo sé).
Yo soy la persona mas autoexigente que existe y no de una forma sana para disciplinarme o motivarme a mejorar, no. Realmente soy muy cruel conmigo. Todo lo horrible que me puedan llegar a decir ya me lo dije yo primero durante dos días seguidos, mientras cocinaba, mientras me bañaba, mientras intentaba dormir y apenas me despertaba. Por eso cuando me insultan por cosas que son absurdas me agarran por sorpresa y me angustio, porque yo ya creía haber pensado todos los posibles comentarios hirientes y ese se me escapó. “Cómo no lo vi venir?” pienso, y después entiendo: probablemente porque es mentira.
A las horas de haber tocado en el Lolla, me insultaron por supuestamente plagiarle no sé qué del vestido a Taylor Swift (si, sé lo absurdo que suena, ahora imagínense leer miles de personas insultándotelo por eso). Después a las dos semanas hice mi show más grande para aproximadamente 90.000 personas, pero podía tranquilamente confundirse con una escena de “El amanecer de los muertos”, algunos en primera fila ni me miraban. Me bajé, me prendí un cigarrillo mientras se me caían las lagrimas en silencio, intenté abrir una lata de cerveza y sin querer la rompí, pensé “ni esto me sale bien”, me sequé la cara y me fui a dar dos entrevistas como si no hubiese pasado nada.
Cuando hace una semana finalmente logré sentirme bien tratando de verle lo positivo a esa secuencia, en Twitter se pusieron a inventar cosas de mi que ni me atreví a leer por completo. Después de estar mi nombre 48 horas en tendencias se calmó todo hasta que alguien optó por redoblar la apuesta y ya saben cómo funcionan las redes: por 15 minutos de relevancia te tiran a los lobos, aunque ni tengas la culpa. Sé que suena como si me estuviese haciendo la víctima pero yo les juro que cuando me las mando lo admito eh, este no es el caso y me siento a cerrarle el orto a cualquiera que me lo discuta. Y por justamente hacer eso y defenderme ahora me están volviendo a insultar.
Es como si cuando te volvieras una figura pública aceptaras términos y condiciones en los que renuncias a sentir y reaccionar. Yo quiero que se mueran, y no, no exagero. Hay que normalizar el “ojalá te mueras” siempre y cuando sea para defenderte de alguien que te está haciendo la vida imposible, claro. En defensa propia y no como ataque en primer lugar. Si no te conozco y lo único que sé sobre vos es que me estas molestando solo por el gusto de ser cruel, no me afecta en nada que vivas o no. Ni siquiera tengo el morbo de pedir que se mueran lento y sufran, al contrario, que sea una muerte rápida y limpia. Que me dejen en paz, y que sea ya.
Recién decidí borrarme esa red social del demonio y me puse a pensar en qué fue lo que me había puesto contenta esta semana, que no tenga que ver con la música.
La respuesta fue caminar a la tarde por San Telmo apenas ebria con Valentina -la chica más inteligente que conozco, con la que siempre es un éxtasis hablar- y perderme entre tiendas de antigüedades después de ir al cine a ver una película de Audrey Hepburn.
Esos tesoros escondidos en los rincones empolvados de Buenos Aires me invadieron de nostalgia. Yo sí pienso que todo tiempo por pasado fue mejor, o al menos doy fe de que tenían problemas más dignos y también por eso se refugiaban en mejores cosas. Mejores canciones, mejores bailes, mejores lugares.
Se ha perdido la textura de las cosas, eso comentábamos con Valentina. Hojear una revista o diario que compraste en el puesto, cambiar la emisora de la radio, imprimir fotos, escribir a mano una receta de tu mamá, la carta de un restaurante o las entradas de recitales en físico. Todo fue reemplazado por un click en un portal, Spotify, un Drive, un TikTok, un QR.
Nos rodeamos de lo que nosotros elegimos consumir, no dejamos que casi nada nos agarre desprevenidos. En una revista es casi imposible que sepas sobre todos los temas del índice y en la radio no sabes qué canción está por sonar.
La relación entre lo primero que conté y esto último es que voy a empezar un proceso de desintoxicación de toda la mugre que trajo ésta década, suena totalmente hippie y boomer ya sé, pero solo quiero sentirme bien. Ni siquiera sé si bien, quiero sentirme un poco mejor.
Mi primer paso fue, como dije, cerrar Twitter y ahora estoy viendo de comprarme una radio. La que quiero es una Spica bordó que sale 47k (estamos todos locos) asi que me tengo que conformar con poner Aspen desde la computadora, que pasan todas las canciones que me hacen acordar a mi papá. Igual me gustaría escuchar algún programa de esos en los que la gente llama a contar cosas, si alguien sabe en qué frecuencias pasan de esos me avisa. Mi sueño es tener un programa de ese estilo y acompañar por la madrugada a las almas solitarias, a la gente que trabaja haciendo guardia y a los camioneros.
Tengo muchos libros pendientes para leer, algunos prestados (lo que me hace leerlos más rápido porque odio deberle algo prestado a alguien) y otros míos. Arranqué con la composición de mi disco. Probablemente adopte un gatito porque me siento muy sola. Extraño a mi perra. Quiero fuerzas para enamorarme. Mañana conozco la Iglesia donde velaron a Tita Merello. Necesito volver a tocar el piano. Quiero tomar clases de tango. Aparecí por segunda vez en la Rolling Stone. No tengo plata para comprarme la Rolling Stone. Quiero jugar y abrazar a mi yo de 4 años. Paso 24 horas sin comer por la angustia. El sábado toco en Mendoza. No sé qué más contarles. Son las 5 am y en la radio está sonando el Himno Nacional.
Gracias por leerme, les dejo recomendaciones de cosas abajo. Y fotos de estos días.
Besitos, Blair.






Juli, tus palabras llenan partes de mi alma que llevan mucho tiempo estando vacías. Es imposible entender al cien porciento tu sentir, pero admito que hay instantes en los que te comprendo completamente. Sos una persona muy fuerte y resiliente, y con un potencial avasallante. El éxito ajeno molesta e incomoda, y los de afuera no tienen más remedio que odiar para sentir menos el "fracaso" propio.
Gracias por seguir, gracias por no ceder ante la adversidad. Significás mucho para muchas personas y eso es lo que vale.
Te diría te amo, pero a pesar de sentirlo creo que no es el momento para decirlo. Prefiero halagar tu fortaleza y brillo propio, seguí así, gracias. 🤍
Quiero que sepas que por cada uno de ellos que te bardea hay cinco de acá bancándote. Y siempre voy a defender el hecho de que el show que hiciste en Bahía estuvo espectacular, por más que algunos sean tan tarados que no les importaba si ponían a la mismísima Lana Del Rey al frente porque querían ver a Airbag. Como te dije en Twitter, yo estaba en la mitad de la tribuna y te puedo asegurar que toda la gente a mi alrededor que no te conocía y no pararon de hablar de la buena voz que tenes y de decir "la voy a buscar después".
Fue una lástima que no pude regalarte en Bahía un friendship bracelet porque estaba lejos del escenario, era uno de Cardigan precisamente porque la primera vez que escuché de vos fue por el cover que hiciste de ese tema. Y el hecho de verte por primera vez teloneando en River no hizo más de confirmarme de que estamos en presencia de una artista que va a hacer historia en el país.
Se que es difícil a veces dejarte de autoexigirte demasiado, pero si pensas en todo lo que lograste en poco tiempo te vas a dar cuenta de lo exitosa y talentosa que sos. No renuncies a nada, porque no puedo esperar a escuchar tu próximo album. Y sabes que no soy el único.
Abrazo grande.